Voces desde el campo

Voces desde el campo 1

Los campesinos y campesinas de Sri Lanka contra los plaguicidas

Chintaka Rajapakse, MONLAR (Movement for Land and Agricultural Reform), Sri Lanka

En las últimas décadas, el uso de productos agroquímicos ha tenido consecuencias desastrosas. El uso generalizado de estos productos químicos ha contaminado el suelo y el agua, lo que ha conducido directamente al aumento de cánceres y enfermedades renales. Esto no sólo ha afectado negativamente a la salud pública, sino que el uso excesivo de agroquímicos también ha socavado la soberanía alimentaria, ha desbaratado el equilibrio ecológico y ha provocado la extinción de muchas especies animales y vegetales. El hecho de que casi todos los insumos agrícolas utilizados por los agricultores de Sri Lanka sean importados ha permitido a ciertas empresas crear oligopolios.

En este contexto, nosotros, como Movimiento por la Reforma Agraria y de la Tierra (MONLAR) hemos apoyado la decisión del gobierno de prohibir, con efecto inmediato, la importación de todos los productos agroquímicos. El Ministerio de Agricultura declaró que iba a convertir la empresa estatal Ceylon Fertiliser Company Ltd. en una institución para la producción, suministro y distribución de fertilizantes ecológicos en asociación con las autoridades gubernamentales locales. Se trata de un paso adelante que vemos con buenos ojos. Ahora debemos asegurarnos de que también se aplique en la práctica.

El gobierno anterior también había decidido promover la agricultura ecológica en 2016. Por desgracia esa iniciativa fracasó por completo en 2018, y la Agencia de Gestión Estratégica de Empresas (SEMA), encargada de implantar el programa, también cerró. Debemos aprender de la experiencia internacional y asegurarnos de que la nueva iniciativa se aplique con éxito. Hay agricultores que también están preocupados por las implicaciones a corto plazo de esta decisión. El gobierno debe reconocer sus inquietudes y asegurarse de que sus preocupaciones se abordan inmediatamente, y establecer una hoja de ruta clara para la aplicación de esta política.

Voces desde el campo 2

Movilización para el acceso a alimentos sanos

Miriam Nobre, Sempreviva Organização Feminista, Marcha Mundial de las Mujeres, Brasil

En Brasil, la pandemia de la Covid-19 ha hecho más evidentes no sólo las desigualdades sociales, sino también las actividades económicas esenciales para el mantenimiento de la vida, tales como la alimentación. La agricultura familiar se ha visto muy perjudicada por la suspensión de los mercados y las contrataciones públicas ya afectadas por el mal gobierno de Bolsonaro. Las redes de comercialización directa, especialmente con grupos de consumo responsable, se han impuesto como alternativa. Gracias a esta alianza, las agricultoras y quilombolas de Vale do Ribeira, en el estado de São Paulo, tienen más integrantes y más áreas de cultivo, y han afirmado la defensa de sus territorios y formas de vida frente a las amenazas de las empresas mineras, las presas y los monocultivos con uso intensivo de pesticidas. Al mismo tiempo, los grupos y colectivos aliados de la región metropolitana de São Paulo también han crecido y aumentado su presencia en las periferias, y han garantizado a los indígenas guaraníes, a los estudiantes privados de la alimentación escolar, a los trabajadores y a las madres solteras el acceso a comida de calidad.

Estas iniciativas se oponen a la financiarización de la alimentación escolar. El ayuntamiento de São Paulo, por ejemplo, al no haber clases presenciales, interrumpió la alimentación escolar y las compras a los agricultores, y facilitó una tarjeta de alimentación por un valor de 10 a 20 euros mensuales por niño. Junto con el aumento del precio de los alimentos y del gas para cocinar, esta solución es buena para la administración de la tarjeta Alelo y para los supermercados.

Los colectivos que se organizan en torno a formas múltiples y descentralizadas de donación, venta y producción en huertos agroecológicos de la periferia (re)crean una cultura alimentaria en el marco de relaciones respetuosas entre las personas, y entre estas y la naturaleza. Cada vez somos más y más diversas. El movimiento negro lleva mucho tiempo protestando contra las humillaciones y los asesinatos del pueblo negro y de la periferia por parte de cadenas de supermercados como Carrefour. Ahora se unen a este movimiento para que tengamos acceso a una comida de calidad por nosotras mismas. Recuperamos nuestra salud y los sabores perdidos, y liberamos los territorios, en la ciudad también, de las empresas alimentarias transnacionales.

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Los hombres y mujeres de África se hacen oír frente a la hegemonía corporativa sobre las semillas y los sistemas alimentarios: ¡derechos para los agricultores ya!

Sabrina Masinjila, African Centre of Biodiversity (ACB)

Como parte del movimiento global que se opone a la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios, el evento en línea Semilla es poder: Reivindicando la Soberanía Africana sobre las Semillas, reunió a la sociedad civil junto a los movimientos campesinos para expresar su rechazo a las leyes actuales de la protección de la propiedad intelectual. Estas leyes sirven como instrumentos que continúan afianzando la agricultura industrial mientras se expanden los intereses corporativos a costa de los derechos de los campesinos y campesinas, como por ejemplo a través de los sistemas de semillas gestionados por los campesinos, que se encuentran cada vez más marginalizados e incluso son criminalizados. Esto está vinculado con sistemas que refuerzan el endeudamiento, la desigualdad, la exclusión social y las crisis ecológicas.

En lugar de adoptar leyes de protección de las semillas y variedades vegetales basados en la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV) de 1991, los gobiernos deberían establecer medidas jurídicamente vinculantes y discretas que reconozcan y apoyen los derechos de los campesinos y campesinas de guardar, intercambiar y vender semillas, sin restricción alguna por los imperativos comerciales de las empresas transnacionales. La clave para esto es la autonomía – un prerrequisito y componente esencial del ejercicio de los derechos por parte de las familias y comunidades de los productores de alimentos.

Para ello, es imperativo instalar protecciones que sean jurídicamente vinculantes y ejecutables en contra de las patentes, de las leyes de protección de las variedades vegetales, de las leyes de semillas comerciales y de la información secuencial digital, ya que todas estas erosionan el ejercicio de los derechos de los campesinos. Pero sobre todo, la concepción de estas leyes debe estar anclada en una visión más amplia de la soberanía alimentaria que incluya los derechos de los residentes de las zonas urbanas y rurales a adquirir alimentos nutritivos y culturalmente apropiados, especialmente para los grupos más desfavorecidos, y en especial para las mujeres, que son las mayores guardianas de las semillas y de la vida, pero que muchas veces viven en circunstancias precarias bajo el yugo del patriarcado y de la subordinación económica. Estos contextos dejan claro que la semilla es mucho más que el simple hecho de plantar, es una relación social de cuidado y solidaridad, que también son ingredientes esenciales para una acción progresista de mayor envergadura. Por ello, los sistemas draconianos de semillas son también un ataque directo a la comunidad y a nuestra capacidad de trabajar juntos en solidaridad en aras de un futuro mejor.

Para afrontar el reto de nuestras crisis ecológica y social, no sólo deben defenderse los derechos de los campesinos, sino que también deben ser profundizados y ampliados activamente, como un principio organizador central de nuestros sistemas alimentarios.

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Voces desde el campo 4

Los campesinos y campesinas en India protestan en contra de las leyes agrarias

Chukki Nanjudaswamy, Karnataka Rajya Raitha Sangha (KRRS), India

Estamos siendo testigos de los avances de las colaboraciones público-privadas en los espacios políticos en todo el mundo. Un ejemplo reciente es la Cumbre Mundial de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios, que surge de una alianza estratégica entre el Foro Económico Mundial y las Naciones Unidas. La Cumbre representa la captura hostil de la gobernanza mundial por parte de los intereses corporativos. Sin embargo, estas tendencias también ocurren a nivel nacional. En medio de la pandemia del 2020, el gobierno de India adoptó precipitadamente tres leyes relacionadas con la agricultura, imponiendo su mayoría en el parlamento y con escasa consulta a los campesinos y campesinas, para apaciguar a las empresas. Aparentando que se trataba de una reforma, estas leyes se traducirán en un sistema agrario basado en el mercado libre y orientado a la exportación en India, similar a los de Europa y los Estados Unidos.

Estas leyes agrarias marginalizarán a los pequeños productores y destruirán su autonomía en decidir qué alimentos cultivan, cuándo y cómo. Los sistemas de contratación pública en India necesitan una reforma, pero no una que los deje bajo el control del sistema de libre mercado. Los alimentos son esenciales para todas las personas.

La privatización de la agricultura ha arruinado la autonomía de los productores y consumidores en el mundo entero, convirtiendo el alimento en objeto de especulación y llevando a la pérdida de la biodiversidad y de la nutrición. También ha tenido impactos graves sobre la naturaleza, debido al uso modificado de la tierra, a los sistemas industriales de almacenamiento y transformación, y al transporte industrial que despacha alimentos a cada esquina del planeta.

Los campesinos en India son ahora más conscientes de los peligros que antes, ya que han visto cómo han desaparecido los pequeños productores de Estados Unidos, Europa y Canadá para ser sustituidos por grandes explotaciones industriales. En India, millones dependen de la agricultura, los bosques y la pesca. Por eso ha habido protestas enfurecidas durante más de un año en todo el país. Nuestras exigencias son claras: deroguen las leyes agrícolas, realicen consultas públicas e incorporen las reformas que los pequeños productores requieren urgentemente.

Cuadros

Cuadro 1

Multiparticipación: la nueva arma corporativa

El modelo de gobernanza de múltiples partes interesadas es un modelo evolutivo de gobernanza que reúne a diversos actores que tienen un «interés» potencial en un asunto, con el fin de que lleguen a un acuerdo o solución formulada en colaboración. Por ejemplo, las partes interesadas en un proyecto de mina de carbón podrían incluir a las comunidades afectadas por el proyecto, los funcionarios del gobierno responsables de las autorizaciones, las empresas inversoras, los financiadores del proyecto, las ONG medioambientales, etc. Una premisa totalmente errónea en este caso es que todas las partes interesadas son iguales en cuanto a derechos, obligaciones, responsabilidades, poder y capacidades. Pero a pesar de que los derechos que los pueblos afectados tienen a sus tierras superan con creces los derechos de los inversores externos a adquirirlas, su capacidad para evitar el acaparamiento de tierras se ve a menudo socavada por el poder financiero/político de los inversores. A nivel mundial, la multiparticipación se contradice con el multilateralismo, en el que los gobiernos (titulares de obligaciones) toman decisiones sobre cuestiones globales en nombre de sus ciudadanos (titulares de derechos) que se traducen en obligaciones y compromisos que los Estados y las organizaciones internacionales deben cumplir. Esto incluye la regulación de las actividades empresariales y la exigencia de responsabilidades a las corporaciones cuando causan daños.

El auge de la multiparticipación coincide con la generalización del neoliberalismo a partir de los años 80, el aumento de la implicación de las corporaciones en diversos sectores a través de asociaciones público-privadas, la erosión de la legitimidad del sistema multilateral, la reducción de la financiación del desarrollo a nivel nacional e internacional y el auge de la filantropía de empresa, en la que los inversores empresariales financian objetivos sociales-ambientales. En los últimos 20 años, el modelo de gobernanza de múltiples partes interesadas se ha extendido a los enfoques para tratar la industria extractiva, la agricultura industrial, el cambio climático, la gobernanza de la tierra y el medio ambiente, la alimentación y la nutrición, Internet y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y se ha impulsado a través de la Iniciativa Mundial de Reforma (Global Redesign Initiative) y otras plataformas del Foro Económico Mundial (FEM).

La multiparticipación desdibuja las diferencias entre el interés público y el beneficio privado, y entre los derechos humanos y los intereses de las corporaciones. Permite a las corporaciones dominar la toma de decisiones sobre cuestiones críticas de desarrollo y evadir la responsabilidad jurídico-material de sus operaciones. Representa una amenaza directa para la democracia participativa y la gobernanza justa basada en los derechos humanos.

Cuadro 2

El fraude de lo natural

Impulsar los alimentos positivos para la naturaleza» es una de las vertientes de acción de la Cumbre UNFSS y el término positivo para la naturaleza se ha convertido casi en sinónimo de las «soluciones basadas en la naturaleza» para la producción de alimentos que promueve la FAO entre otros. Los análisis de las propuestas que se están haciendo en la Cumbre UNFSS, la FAO y otros espacios muestran que la expresión «nature positive» es el último concepto que se está utilizando para cooptar y socavar la agroecología. Promueve firmemente como solución la intensificación sostenible, en lugar de una transformación real, y da prioridad al rendimiento y la estabilidad, pero no aborda las dimensiones sociales, culturales y políticas de las transiciones hacia la sostenibilidad, incluyendo las dinámicas de poder y la gobernanza. Según esta métrica, los sistemas de producción más intensivos que producen menos emisiones de carbono en términos de rendimiento por unidad, se consideran mejores que los sistemas diversos y de bajos insumos. Nature positive reformula varias soluciones falsas, como la agricultura de conservación, la optimización de los nutrientes y la mejora de la gestión de las plantaciones, sin abordar los propulsores empresariales del modelo industrial ni sus impactos sociales y medioambientales.

Un aspecto aún más peligroso del enfoque nature positive en la Cumbre UNFSS es su vinculación con el impulso de las «soluciones basadas en la naturaleza» para el cambio climático, en las que la agricultura y las técnicas de intensificación sostenible pueden ser introducidas en los esquemas de compensación de carbono y de mercados de carbono por parte de sectores empresariales altamente contaminantes como el de los combustibles fósiles y el agronegocio. Las técnicas de intensificación sostenible se prestan bien a los sistemas de compensación de emisiones, ya que pueden centrarse en prácticas únicas diseñadas principalmente para generar créditos de carbono. El marco nature positive amenaza con cooptar y corromper soluciones genuinas como la agroecología y la gestión forestal comunitaria, al agruparlas con prácticas dudosas y destructivas y vincularlas a esquemas opacos basados en el mercado. «Las soluciones basadas en la naturaleza» para el cambio climático ya están siendo cooptadas por las corporaciones de combustibles fósiles y el agronegocio. Ellos afirman que están invirtiendo en la intensificación sostenible como una solución basada en la naturaleza, mientras que amplían su acaparamiento masivo de tierras y no reducen las emisiones reales de carbono.

Cuadro 3

Por otro modelo alimentario sin trucos ni chisteras

El diseño de los sistemas alimentarios se ha convertido en pocos años en un espacio en el que los atributos premiados son la gran escala, la globalidad, el emprendimiento, el monocultivo, la innovación, la tecnología… Atributos significados desde una perspectiva capitalista, que miran solamente hacia un modelo de producción y consumo que busca realizarse en una fantasía que no considera a las personas ni como seres interdependientes ni ecodependientes. Ese modelo premia a fórmulas extractivistas que destrozan territorios sin ni siquiera lograr el que debería ser su principal objetivo: alimentar y nutrir a todas las personas. Es claramente un modelo fallido, pero mantenido porque es capaz de sostener y alimentar múltiples intereses. Un modelo que ha transformado un derecho, la alimentación y nutrición adecuada, en una mercancía con la que especular y que cuenta con la complicidad en sus múltiples escalas de distintos agentes y políticas públicas. Es un modelo fallido, pero además es un modelo que se sostiene en un truco de ilusionismo que hace invisibles a quienes realmente sostienen y alimentan al mundo. Esas políticas y narrativas que pretenden definir un modelo alimentario desde los intereses de unos pocos y desde desigualdades de poder, son las chisteras y los trucos de ilusionistas que mueven una mano mostrando un modelo de desarrollo totalmente desigual como única posibilidad, mientras con la otra mano esconden las múltiples desigualdades que generan en los territorios, las realidades precarias de muchas trabajadoras y trabajadores agrícolas sin las que ese modelo no podría funcionar, así como las realidades que hoy sí son capaces de alimentar al mundo de una manera sostenible y justa.

En esa realidad invisible está la producción a pequeña escala, la mirada comunitaria, las iniciativas agroecológicas, los trabajos de cuidados desigualmente repartidos, que recaen sobre las mujeres y que sostienen al mundo, así como las manos de las trabajadoras y trabajadores agrícolas. Este año la pandemia ha cambiado la iluminación de este escenario, lo ha hecho temblar y ha enseñado algunos de los entresijos de los trucos, ha demostrado que esa parte que se pretende hacer invisible cuenta con fuerza y capacidad para adaptarse y que no hay trucos que sean capaces de predecir ni esquivar las respuestas de la naturaleza. Por eso quienes más cerca están de la madre tierra, quienes la conocen, la cuidan, la respetan y dialogan con ella, son quienes tienen capacidad de entender sus reacciones y de poder adaptarse, aunque no sin pagar costes muy altos, ya que a pesar de ser quienes enfrían el planeta, son las personas más afectadas cuando este se rebela.

La transformación necesaria en el sistema alimentario pasa por ser conscientes de los juegos de ilusión, mirar hacia las realidades que se pretenden invisibilizar, cuidar el escenario para que no tiemble y no nos haga perder el equilibrio. La lucha para esto pasa por la siembra de semillas y de articulaciones, por permanecer en los territorios, por mantener las comunidades y sus saberes, por cada cosecha, por sabernos seres interdependientes y ecodependientes, por cada mercado campesino que permanece, por cada grupo de mujeres campesinas que se visibiliza y por cada espacio donde incidimos para que las políticas públicas dejen de sostener juegos de ilusión y sostengan realidades campesinas y con futuro.

Cuadro 4

La Cumbre de Naciones Unidas sobre Sistemas Alimentarios: ¿nos encaminamos hacia un sistema alimentario corporativo-medioambiental?

Ya hemos oído todos esos cuentos de cómo podemos convertir la naturaleza en un activo financiero para salvar el planeta de una mayor destrucción medioambiental. Pero no se trata de ofrecer los incentivos financieros adecuados. Necesitamos enfoques radicales que sanen los ecosistemas y no compensar a las corporaciones por seguir con sus prácticas sucias mientras participan en el «lavado verde».

Secuestrados por los intereses de las grandes empresas, los organizadores de la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de la ONU (UNFSS) asumieron alegremente estas trilladas historias de los mercados de carbono y REDD+, a pesar de haberse demostrado su fracaso. Ahora, los sistemas alimentarios deberían financiarizarse y convertirse en objetivos de inversiones especulativas, porque parece ser la única manera de financiar la «costosa» transformación hacia sistemas alimentarios sostenibles. Con el término genérico de «producción positiva para la naturaleza», se ha añadido una etiqueta más a las numerosas propuestas de solución de la Cumbre promovidas por las corporaciones, basadas en la innovación digital, las soluciones tecnológicas y los enfoques bioeconómicos y orientados al mercado, como la agricultura climáticamente inteligente y la intensificación sostenible. Ya existen soluciones centradas en las personas, rentables y social y ecológicamente justas, como la agroecología. Pero estas ideas se ahogan en el gran bote de soluciones corporativas sin tener en cuenta las diferencias reales.

El Pacto Verde europeo ya está lleno de esta narrativa «climáticamente inteligente». Con la «iniciativa de agricultura de carbono», por ejemplo, se creó un nuevo modelo de negocio para recompensar a los agricultores que secuestran y almacenan carbono. La Cumbre UNFSS se subió a este carro del «capitalismo verde» de la UE, promoviendo enfoques de captura de carbono para crear sistemas alimentarios «sostenibles» mediante la mejora de la salud del suelo. Esta vía, que se expresa en la naturaleza del capitalismo neoliberal, probablemente permita una transición hacia un «sistema alimentario corporativo-ambiental» (Friedmann, 2005). Este nuevo tercer sistema alimentario se refleja en el marco de las múltiples partes interesadas de la Cumbre UNFSS, que proporciona a las corporaciones legitimidad para dar forma a la gobernanza alimentaria mundial. Friedmann (2005: 259) sostiene que este régimen induce una lucha por el «peso de las instituciones privadas, públicas y autoorganizadas». En este proceso, los alimentos ya no son una preocupación pública sino una inversión privada.

La trayectoria actual de la Cumbre UNFSS permite a las corporaciones de inversión financiera comprar acciones de las grandes empresas agroalimentarias que controlan los modelos de «solución positiva para la naturaleza» propuestos. Pero no podemos permitir que el sector financiero juegue con el sustento de las personas. En nombre de la sostenibilidad medioambiental se modifica todo el significado de los alimentos, pasando de ser un bien comestible a un producto financiero. Recordando las devastadoras consecuencias de la crisis alimentaria de 2008, que hizo pasar hambre a millones de personas, debería quedar claro que los alimentos deben quedar excluidos de la especulación financiera. Ciertamente, si este sistema alimentario corporativo-ambiental se consolida, «profundizará los procesos de larga tradición de desposesión y marginación de los campesinos y las comunidades agrarias» (Friedmann, 2005: 257). Al final, los pequeños productores podrían quedar incluso excluidos de todo el proceso de producción agrícola de alimentos, mientras en el mundo se empieza a «cultivar sin agricultores».

Referencia:
Friedmann, H. (2005): From Colonialism to Green Capitalism: Social Movements and Emergence of Food Regimes. (Del colonialismo al capitaismo verde: movimientos sociales y emergencia de sistemas alimentarios) En: Buttel, F.H. y McMichael, P. (eds.): New directions in the sociology of global development. Research in rural sociology and development, Vol. 11. Oxford: Elsvier, 229-67.

Cuadro 5

La digitalización de la agricultura en India

La agricultura en India está plagada de precariedad, dejando a las poblaciones vulnerables y marginadas, como lo son las mujeres y los trabajadores sin tierra, históricamente excluidos de la posesión de tierras. La digitalización a larga escala en las cadenas de valor agrícolas igualmente profundizará el endeudamiento y las asimetrías de poder [1].

En términos generales, la digitalización en la agricultura incluye tres categorías: la robótica, la supervisión de los cultivos y del suelo, y el análisis predictivo, los cuales dependen de un ingrediente clave: datos.

El valor económico de los datos radica en su capacidad de mostrar patrones en grandes datos agregados y en suministrar publicidad individualizada y dirigida, la cual es utilizada por las grandes empresas como fuente de rentabilidad.

Los usos de los datos en la agricultura son de gran alcance. Por ejemplo, la información sobre las ventas y los precios de las materias primas pueden ayudar en el mercado agrícola. Las condiciones también son adecuadas para la automatización y la Inteligencia Artificial (IA) en las operaciones de almacén. Más peligroso aún es que los datos de los campesinos pueden ser usados en algoritmos de puntuación de crédito que definen su acceso a los servicios financieros y excluyen a los grupos históricamente vulnerables.

La digitalización antecede al COVID-19 con la participación del sector privado arraigado en enfoques políticos como lo son el “Duplicar la Renta de los Campesinos en 2022” y “La Estrategia Nacional de IA de NITI Aayog”. Sin embargo, la reducción de las cadenas de suministro agrícola durante los primeros meses de la pandemia aceleró el ritmo y alcance de la digitalización. Las plataformas de comercio electrónico, por ejemplo, se aprovecharon del momento: la demanda de Ninjacart’s B2B alcanzó hasta un 300% durante los primeros meses de la pandemia.

La pandemia también estimuló avances políticos y legislativos. Las leyes de reforma agraria fueron aprobadas en medio de la pandemia con poco debate parlamentario y promoviendo la digitalización en un modelo financiarizado y liderado por el sector privado a costa de productores y pequeños campesinos [5]. Esto ya se visualiza en las colaboraciones firmadas entre el gobierno y las compañías de alta tecnología, como lo es el protocolo de acuerdo para la construcción de la plataforma “Agristack”, que fue firmada por el Ministerio de Agricultura y Microsoft en abril de 2021.

Estas tendencias pueden llevar a la consolidación completa de las cadenas de valor agrícolas por plataforma y por empresas agrícolas. Si se impulsa la digitalización en ausencia de datos adecuados, IA, y la gobernanza de las plataformas, se dejará este sector preparado para la cosecha corporativa, lo que desembocará en la consolidación del mercado en las manos de unos pocos grandes actores.

Al contrario, el papel del sector privado debe negociarse cuidadosamente para asegurar que las fuentes de datos se orienten hacia las necesidades básicas de los productores y su empoderamiento autónomo. La digitalización en la agricultura también requiere de arquitecturas descentralizadas y federadas que conserven la autoridad constitucional de los gobiernos de los Estados para que regulen este sector con el fin de garantizar el interés público.

Por último, el compromiso con los problemas heredados en la agricultura india, como lo son las asimetrías en materia de prácticas prestamistas deshonestas y de poder, dando prioridad a los intereses de los productores y de las poblaciones marginadas es un pilar central de la digitalización responsable y orientada al desarrollo.


[1] Carta de ASHA (Asociación por el Desarrollo Social y de Salud) al Ministerio de Agricultura, en archivo.

Destacados

Destacado 1

¡Resistencia frente a la apropiación corporativa de la alimentación!

La apropiación de la alimentación por parte de las corporaciones se basa en la creencia de que las empresas transnacionales son esenciales para el suministro de alimentos y de que sus intereses están alineados con el interés público. Sus defensores consideran que las corporaciones están mejor equipadas que los gobiernos y la sociedad civil para elaborar normas y políticas que den forma a nuestros sistemas alimentarios. Se trata de una peligrosa visión del mundo que permite a las empresas controlar una parte cada vez mayor de la tierra, el agua y la pesca, y casi monopolizar las semillas comerciales y el uso intensivo de plaguicidas y fertilizantes químicos. No reconoce ni aborda los daños que están provocando las empresas transnacionales. Si esta apropiación corporativa llega a dominar espacios como la Cumbre sobre Sistemas Alimentarios (FSS), el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CFS) de la ONU o la organización de la ONU para la alimentación y la agricultura (FAO), socavará aún más la democracia, la autodeterminación y la soberanía de los pueblos.

La organización de la FSS persigue asegurar el control corporativo de los sistemas alimentarios en un contexto de creciente presión para tratar los fallos de los sistemas alimentarios industrializados. La FSS puede propiciar que la ONU ayude a consolidar un nuevo ecosistema de actores poderosos cuyo fin es privatizar la gobernanza en aras de un régimen alimentario corporativo-medioambiental. Estos actores son los gobiernos del Norte, en particular la Unión Europea, plataformas empresariales como el Foro Económico Mundial (FEM) y el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD); organizaciones filantrópicas como las fundaciones Gates, Rockefeller, Stordalen y EAT y la Alianza Global para el Futuro de la Alimentación; iniciativas de múltiples partes interesadas como la Alianza Global para la Mejora de la Nutrición (GAIN) y la Scaling Up Nutrition (SUN); ONG internacionales como el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y Care, así como científicos favorables a las empresas.

Nuestro boicot puso en tela de juicio la legitimidad de la FSS e impidió, por el momento, la creación de nuevas estructuras institucionales alineadas con las corporaciones. Nuestra preocupación en el futuro inmediato será resistir la apropiación del CSA -incluido el Grupo de Alto Nivel de Expertos en Seguridad Alimentaria y Nutrición- y de las agencias de la ONU con sede en Roma, especialmente la FAO. Como movimiento de soberanía alimentaria, hemos presionado para que estas instituciones se democraticen de modo que sean más sensibles a las reivindicaciones de los pequeños productores de alimentos. En los últimos 25 años, hemos conseguido victorias parciales. Sin embargo, todo esto está en peligro ahora. La coalición de múltiples partes interesadas mencionada anteriormente está presionando para que el CSA y la FAO den curso a los resultados de la Cumbre. Quieren importar del FSS los métodos de trabajo de la gobernanza de las múltiples partes interesadas, es decir, ignorar las reglas de procedimiento existentes; favorecer las coaliciones de acción ad hoc sin reglas conocidas. Estas coaliciones seguramente carecerán de transparencia, inclusión multilateral, mecanismos claros de toma de decisiones y de rendición de cuentas, y desviarán recursos de los programas públicos de las agencias de la ONU a estas iniciativas ad hoc, semiprivatizadas. Debemos rechazar este intento y seguir luchando por el fortalecimiento de nuestras instituciones comunales y públicas, desde lo local hasta lo global, para que la soberanía alimentaria pueda florecer.

Destacado 2

Corporaciones y sistemas alimentarios

En las últimas décadas, la presencia corporativa en los sistemas alimentarios ha crecido considerablemente en todo el mundo, gracias a la promoción y adopción agresiva de políticas económicas y financieras neoliberales por parte de las instituciones financieras internacionales (IFI) y de la mayoría de los gobiernos. Las corporaciones se han convertido en figuras sobresalientes en casi todos los campos relacionados con los sistemas alimentarios: producción, almacenamiento, procesamiento, envasado y etiquetado, distribución y venta al por menor, normas de seguridad y calidad, financiación, preferencias de los consumidores, investigación, marcos normativos, etc.

A través de fusiones y adquisiciones, unas pocas empresas transnacionales agroquímicas y agroalimentarias han formado mega-empresas y han aumentado enormemente su poder económico para determinar qué cultivan/crían los ganaderos; qué equipos, semillas y razas utilizan los agricultores; las tecnologías de producción, las instalaciones y las condiciones de trabajo; los precios de aprovisionamiento y precios al por menor; y dominan diversos aspectos de la cadena de suministro y los mercados nacionales e internacionales de alimentos. Gracias a su facilidad de acceso al capital financiero, las corporaciones pueden invertir en las tecnologías digitales más modernas y utilizarlas para obtener información sobre los precios, el comportamiento de los consumidores, la disponibilidad de tierras y agua, las propiedades genéticas, etc., y ejercer el control sobre los distintos componentes de los sistemas alimentarios.

Resulta especialmente preocupante la expansión del poder de las corporaciones en el marco de las políticas, la normativa y la gobernanza nacionales, regionales e internacionales. Las corporaciones utilizan su influencia financiera y su gran presencia en el mercado para diseñar políticas, leyes, normas, programas socioambientales, incentivos económicos y subsidios para asegurar sus operaciones, sus beneficios económicos y su poder de mercado. Los grupos de presión y los expertos de las empresas trabajan directamente con los funcionarios de los gobiernos y de los organismos multilaterales para formular acuerdos de comercio e inversión, normas de protección de la propiedad intelectual y fiscalidad, normas de seguridad alimentaria y medioambiental, y mecanismos de inmunidad frente a la responsabilidad social, medioambiental y financiera. Las corporaciones financian la investigación y la divulgación para apoyar sus intereses en los debates políticos e impulsar la aceptación popular de sus operaciones.

A través de una compleja y extensa red de consejos empresariales y plataformas y procesos de múltiples partes interesadas, las corporaciones se presentan como una fuerza necesaria y positiva para abordar el cambio climático, el hambre, la destrucción del medio ambiente, las pandemias y otras crisis, ocultando su propio papel en la creación y profundización de estas crisis. La Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de la ONU está dominada por una red de este tipo dentro del Foro Económico Mundial, y legitima las asociaciones entre agencias multilaterales, empresas y ONG y grupos de reflexión internacionales, menoscabando por completo a los cientos de millones de pequeños productores de alimentos y trabajadores que alimentan a gran parte del mundo a través de sistemas alimentarios diversos y arraigados en el territorio.

La Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios ofrece supuestas soluciones a los problemas urgentes a los que se enfrenta el mundo que son básicamente sistemas caros controlados por las corporaciones, y tecnologías y productos protegidos por patentes que ampliarán aún más el poder de las empresas sobre nuestros sistemas alimentarios. Desviarán los recursos financieros que tanta falta hacen para los bienes, servicios y programas públicos, y perpetuarán un sistema económico injusto y desigual en el que los derechos de las personas y las comunidades serán secundarios frente a los beneficios corporativos. Para desmantelar el poder de las corporaciones, debemos impugnar y transformar las estructuras de gobernanza que les hacen ganar terreno.

Boletín núm. 45 – Editorial

Soberanía Alimentaria – Resistencia frente a la apropiación corporativa de nuestros sistemas alimentarios

Este año se cumplen 25 años desde que se lanzó en 1996, durante la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de Roma, el paradigma de la soberanía alimentaria; se trataba de un desafío directo a una seguridad alimentaria basada en el mercado y promovida a través de la Organización Mundial del Comercio (OMC). La soberanía alimentaria reivindica la autonomía y la capacidad de acción de los/las pequeños productores y trabajadores en el ámbito de la alimentación frente al creciente poder de las corporaciones de todo el sector. Desde su lanzamiento, el movimiento por la soberanía alimentaria ha crecido, se ha diversificado y ha dado lugar a numerosas iniciativas para hacer frente a injusticias, desigualdades, abusos de derechos y opresiones históricas y emergentes. Actualmente, el movimiento está a la vanguardia del cambio sistémico real, con millones de personas en todo el mundo que participan y apoyan las economías solidarias, la agroecología, los mercados territoriales, las cooperativas, la defensa de la tierra y los territorios, y los derechos de pequeños productores de alimentos, trabajadores, migrantes, pueblos indígenas, mujeres y personas que viven en crisis prolongadas.

Curiosamente, este año Naciones Unidas convocó una Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios (UNFSS por sus siglas en inglés) que es el polo opuesto a la soberanía alimentaria. La estructura, el contenido, la gobernanza y los resultados de la UNFSS están dominados por actores asociados al Foro Económico Mundial (FEM), así como por funcionarios gubernamentales y de la ONU que creen que para atajar con éxito el hambre, el desempleo, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad es necesaria la participación destacada de las empresas, ya que poseen capital, tecnologías e infraestructuras que superan a la mayoría de las naciones y a todo el sistema de la ONU.

La coincidencia de estos dos momentos muestra claramente ideas radicalmente opuestas sobre los sistemas alimentarios. La Cumbre UNFSS adopta una óptica que sirve a los intereses del sistema alimentario industrial, globalizado y controlado por las corporaciones. Este enfoque profundiza la dependencia de las cadenas de valor mundiales dominadas por las corporaciones y de los mecanismos de mercado y de uso intensivo de capital, marginalizando los derechos humanos e impidiendo la transformación real de los sistemas alimentarios. En cambio, la soberanía alimentaria aborda las causas profundas del hambre y la desnutrición, hace hincapié en el control democrático de los sistemas alimentarios, se enfrenta a las asimetrías de poder y exige cambios económicos, sociales y de gobernanza radicales para construir sistemas alimentarios justos, equitativos y arraigados en el territorio que estén en armonía con la naturaleza, revitalicen la biodiversidad y garanticen los derechos de las personas y las comunidades.

Las corporaciones están utilizando sus considerables recursos para copar la conceptualización y la gobernanza de los sistemas alimentarios a través de la financiación, el comercio, la inversión y las plataformas de múltiples partes interesadas. La UNFSS es un ejemplo peligrosamente típico de multisectorialidad diseñada por las corporaciones, en el que éstas pueden influir en la toma de decisiones públicas al más alto nivel, pero no asumen ningún compromiso de interés público. El proceso de la UNFSS se ha caracterizado por la falta de transparencia en la toma de decisiones y la fuerte implicación de las grandes empresas en todas las partes de su estructura, lo que plantea graves problemas de rendición de cuentas, legitimidad y control democrático de la ONU.

En el último año hemos demostrado nuestra capacidad para movilizarnos entre múltiples grupos de todo el mundo contra la apropiación de los alimentos por parte de las corporaciones y a favor de la soberanía alimentaria. Hemos logrado poner en duda la legitimidad de la Cumbre y hemos impedido que se acuerde formalmente la creación de nuevas instituciones, como un grupo de expertos en sistemas alimentarios. La contramovilización para transformar los sistemas alimentarios organizada del 25 al 28 de julio atrajo a casi 11.000 personas de todo el mundo.

La alimentación es una necesidad básica y un derecho humano: los sistemas alimentarios proporcionan la subsistencia de casi un tercio de la humanidad y están íntimamente relacionados con la salud y los ecosistemas. Por lo tanto, debemos seguir fortaleciendo la convergencia de los movimientos de justicia alimentaria, sanitaria, medioambiental y climática, y enfrentándonos a los sistemas alimentarios corporativos que están destruyendo nuestro planeta y nuestras comunidades.

FIAN y Focus on the Global South